martes, 13 de mayo de 2008

Del solar riojano de Nicolás González Iramain


Del solar riojano es un libro de memorias. Su autor, Nicolás González Iramain narra en una prosa muy amena y ágil, sus años de infancia y juventud en la ciudad de La Rioja, registrando costumbres, personajes –la gran mayoría anónimos– que poblaron este suelo, y ciertos hechos históricos de gran significación como el terremoto de finales del siglo pasado, que es uno de los capítulos más desgarradores del libro.
El autor escribe el libro lejos de La Rioja y después de hacer, a modo de introducción, algunas reflexiones sobre el significado del suelo natal, narra el primer regreso a su ciudad junto a su hermano. Es éste un reencuentro con la casa paterna da marco a las evocaciones que irán conformando el contenido del libro: el modo de vivir de las familias riojanas, la actitud solidaria ante las necesidades del vecino, el respeto por los mayores, y una muy significativa mirada sobre el modo de ser riojano de fines del siglo XIX en el que se destaca el rechazo a la ostentación de riqueza y poder.
Especialmente interesante es la referencia a las actividades sociales de aquel tiempo: como por ejemplo los días de retreta en la “Plaza Vieja”, los circos que solían llegar a la ciudad, los bailes que se improvisaban en las escuelas después de los actos en fechas patrias, los juegos organizados en la plaza en ocasión de conmemorarse el 25 de mayo, las procesiones y las fiestas religiosas (San Nicolás, san Francisco, Virgen del Rosario).
También son ricas las vivencias plasmadas en la descripción de los viajes a la localidad de Aminga en vacaciones, donde el gozo de los niños contrasta con la amargura del regreso a la capital y a la escuela, cuya referencia impacta por el trato distante y frío de los docentes, los castigos severos, las humillaciones soportadas.
Los últimos capítulos del libro son los más intimistas y –quizá los más tristes también– porque el autor recapitula lo ocurrido a partir de la muerte de su madre, cuya ausencia llena de dolor a la familia, situación a la que se suma poco tiempo después, el terremoto de 1894, que es relatado con lujo de detalles por González Iramain, quien hábilmente mantiene la perspectiva de su mirada infantil sobre esa terrible vivencia que adquiere momentos de pieza literaria magistral.
Marcela Mercado Luna
Ver: http://www.bmm.org.ar/, íconos: Colección La Ciudad de los Naranjos

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