jueves, 24 de mayo de 2007

ARIEL FERRARO

ARIEL FERRARO RESEÑA BIOGRÁFICA

Nacido en los Llanos riojanos el 20 de septiembre de 1925, José Humberto Pereyra, a quien todos llamaban Ariel, fue durante largos años una figura central en el quehacer cultural riojano.

Por amor al arte

De espíritu curioso y sensible, supo apreciar el arte en todas sus manifestaciones y no sólo formó parte de aquella verdadera integración que significó el grupo Calíbar en La Rioja, sino que supo tender lazos más allá de las fronteras de su provincia y aun de su país, manteniendo contacto con reconocidos escritores nacionales y extranjeros de la época, muchos de los cuales visitaron estos pagos por invitación suya. Pero no sólo los consagrados tenían cabida en esa amistad generosa; también los noveles poetas y artistas encontraban un lugar en la casa y en el corazón de Ariel. Era un referente ineludible: el escritor Mario Paoletti afirma que, aunque siempre hubo una dirección de oficial cultura, “todos sabíamos que en realidad, la verdadera dirección de cultura la llevaba puesta Ariel Ferraro como se lleva la ropa que uno viste. Autoportante.” (Boletín Nº 7 de la Biblioteca Mariano Moreno- Año 2002).

Sobresale el Poeta

Si bien en sus últimos años, durante el exilio, se diplomó en Ciencias Religiosas en Salamanca y recibió Doctorados Honoris Causa en universidades de países extranjeros, su vastísima cultura y su sabiduría provenían de un autodidactismo tenaz, ejercido durante toda la vida y enriquecido constantemente por incansables y variadas lecturas. Incursionó en el teatro (en Madrid se pusieron en escena dos obras suyas), trabajó en radio y televisión, fue docente superior, editor y crítico de arte, pero fundamentalmente, poeta, y ese ése el título con el que pasó a la historia de las letras riojanas: poeta y de los grandes.

Vientos de cambio

Dotado de un natural talento, sintonizó las corrientes vanguardistas que venían reclamando en Europa y en América una nueva manera de entender el arte, y orientó su poesía hacia formas más arriesgadas y abstractas que, lejos de eludir la realidad circundante, la hacían materia de su creación. Ariel fue el gran renovador de la lírica en una provincia en la que las hondas tradiciones encasillaban también las formas literarias, temerosas de romper los moldes estéticos aceptados por el público. Asuntos locales y universales pueblan sus poemas, con los que demuestra que no hace falta el costumbrismo o el simplismo paisajista para nombrar la tierra natal.

Con la producción de Ferraro, un lenguaje nuevo y sorprendente asomó en la poesía riojana y concitó la adhesión de las nuevas generaciones; actitud que, felizmente, sobrevive en los (pocos pero buenos) verdaderos poetas que tenemos.

Exilio y regreso

Acaso, en aquellos tiempos de bonanza, no imaginó este viajero infatigable, que una de las más logradas metáforas de sus versos, el exilio (me refiero a “Exilio submarino” en “Antepasados del Insomnio”, Losada, Buenos Aires, 1966.), se haría carne en él y su familia en los años más absurdos y crueles que aún debía atravesar la historia argentina (época asombrosamente vislumbrada por él mismo en uno de sus poemas).

Y si bien pudo regresar a la patria juntamente con la democracia, el alma del poeta había quedado marcada por aquella herida a la que se sumaban tantas ausencias, y su vida se apagó en la tristeza de no haber encontrado, con el regreso, el mundo dejado al partir.

Ariel Ferraro (José Humberto Pereyra) murió el 4 de noviembre de 1985.

Principales obras:

Serenata de greda (1945)

La Rioja innominada (1960)

La música secreta (1962)

Visitación a Marc Changall (1064)

El Rabdomante (1966)

Antepasados del insomnio (1966)

Las aventuras congénitas (1975)

Ceremonial para arqueólogos ebrios (1983)

Antología Poética (póstumo) (1997)


Marcela Mercado Luna