Nacido en los Llanos riojanos el 20 de septiembre de 1925, José Humberto Pereyra, a quien todos llamaban Ariel, fue durante largos años una figura central en el quehacer cultural riojano.
Por amor al arte
De espíritu curioso y sensible, supo apreciar el arte en todas sus manifestaciones y no sólo formó parte de aquella verdadera integración que significó el grupo Calíbar en
Sobresale el Poeta
Si bien en sus últimos años, durante el exilio, se diplomó en Ciencias Religiosas en Salamanca y recibió Doctorados Honoris Causa en universidades de países extranjeros, su vastísima cultura y su sabiduría provenían de un autodidactismo tenaz, ejercido durante toda la vida y enriquecido constantemente por incansables y variadas lecturas. Incursionó en el teatro (en Madrid se pusieron en escena dos obras suyas), trabajó en radio y televisión, fue docente superior, editor y crítico de arte, pero fundamentalmente, poeta, y ese ése el título con el que pasó a la historia de las letras riojanas: poeta y de los grandes.
Vientos de cambio
Dotado de un natural talento, sintonizó las corrientes vanguardistas que venían reclamando en Europa y en América una nueva manera de entender el arte, y orientó su poesía hacia formas más arriesgadas y abstractas que, lejos de eludir la realidad circundante, la hacían materia de su creación. Ariel fue el gran renovador de la lírica en una provincia en la que las hondas tradiciones encasillaban también las formas literarias, temerosas de romper los moldes estéticos aceptados por el público. Asuntos locales y universales pueblan sus poemas, con los que demuestra que no hace falta el costumbrismo o el simplismo paisajista para nombrar la tierra natal.
Con la producción de Ferraro, un lenguaje nuevo y sorprendente asomó en la poesía riojana y concitó la adhesión de las nuevas generaciones; actitud que, felizmente, sobrevive en los (pocos pero buenos) verdaderos poetas que tenemos.
Exilio y regreso
Acaso, en aquellos tiempos de bonanza, no imaginó este viajero infatigable, que una de las más logradas metáforas de sus versos, el exilio (me refiero a “Exilio submarino” en “Antepasados del Insomnio”, Losada, Buenos Aires, 1966.), se haría carne en él y su familia en los años más absurdos y crueles que aún debía atravesar la historia argentina (época asombrosamente vislumbrada por él mismo en uno de sus poemas).
Y si bien pudo regresar a la patria juntamente con la democracia, el alma del poeta había quedado marcada por aquella herida a la que se sumaban tantas ausencias, y su vida se apagó en la tristeza de no haber encontrado, con el regreso, el mundo dejado al partir.
Ariel Ferraro (José Humberto Pereyra) murió el 4 de noviembre de 1985.Principales obras:
Serenata de greda (1945)
La música secreta (1962)
Visitación a Marc Changall (1064)
El Rabdomante (1966)
Antepasados del insomnio (1966)
Las aventuras congénitas (1975)
Ceremonial para arqueólogos ebrios (1983)
Antología Poética (póstumo) (1997)
Marcela Mercado Luna